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La huella digital puede definirse como el rastro que deja una persona en Internet. Desde el momento en que se da un clic o se realiza cualquier interacción se proporciona información personal. Estos datos que quedan registrados de tu comportamiento en Internet, es lo que se denomina ‘huella digital’.
En un momento de la historia donde nuestras interacciones y actividades cotidianas se encuentran mediadas por las Tecnologías de la Comunicación e Información, es importante cuidar nuestra reputación digital.
Esta guía pretende informar sobre la huella digital brindando sugerencias para cuidarla, como también ser conscientes del rastro que dejan las actividades que realizamos en la nube, muchas veces sin saberlo o quererlo.
Comencemos…
La huella digital es toda la información que está en Internet sobre las acciones que realizamos en Internet. Por ejemplo, al subir una fotografía, realizar una publicación, comentar un video, dar un clic en ‘me gusta’.
Todos esos datos que se encuentran en la web y están vinculados con nuestro nombre forman parte de nuestra identidad digital. Así nuestra huella digital es una forma de información personal que se genera y comparte con terceras personas.
Pero ¡atención! no sólo incluye lo que realiza un usuario, sino que se extiende a publicaciones donde sea mencionado o etiquetado por otro, es decir donde aparezca su nombre real.
Esto se debe a que en la actualidad las diferentes aplicaciones y las redes sociales constituyen una de las mayores fuentes de información que existen.
UNICEF, en su guía sobre convivencia digital habla de tres aspectos a tener en cuenta en nuestra huella digital:
En otras palabras se va creando una reputación digital que beneficia o perjudica si no se emplea de forma correcta.
Un ejemplo concreto radica en la búsqueda de empleo, solicitud de beca, etcétera. Aunque en la mayoría de los casos se solicita una hoja de vida o currículum, los reclutantes o empleadores pueden buscar a esa persona en Internet.
Esto ocurre mucho más de lo que se cree y sirve para obtener una mayor información sobre un candidato, referencias, actividades cotidianas, situación familiar, etcétera. Si no se toman en cuenta las configuraciones de privacidad la huella digital de un usuario se vuelve de fácil alcance.
En principio, se debe disociar la información pública de la información privada, si las cuentas no se ajustan a esta configuración se corre el riesgo de que se asocie un contenido privado a un ámbito público.
La trayectoria de una persona puede verse empañada, o dañada en el peor de los casos, si existe contenido fuera de contexto o perjudicial vinculado a determinado perfil. Incluso, el usuario puede quedar vinculado a actitudes pasadas que no comparte en la actualidad.
Esto lo podemos comprobar si pertenecemos a una red social hace varios años, viendo publicaciones antiguas en momentos en que nuestra vida y circunstancias eran distintas. Quizás hayamos cambiado de opiniones, ideas o criterios sobre algún tema.
Ante esto se forma un prejuicio o se arma un preconcepto sobre los datos que circulan en Internet. Esto empeora si la información es tomada como filtro y priva a la persona de presentarse de forma presencial.
Es reducido el número de personas que se preocupan por su huella digital ya sea por falta de interés o poco conocimiento sobre el tema. Veámos a continuación cómo funciona la tecnología para recopilar nuestros datos.
Para ello tenemos que hablar de las cookies, ¡que nada tiene que ver con las deliciosas galletas! Se denomina cookie a los paquetes de datos creados por navegadores o las páginas web para recopilar datos.
Repasemos:
Pero no hay que temer del todo a las cookies, porque a su vez, mejoran la usabilidad de Internet y ayudan a la seguridad de algunas transacciones. De hecho a partir de la Directiva Europea 2009/136/CE los gestores de web deben solicitar permiso a los visitantes para que se almacenen sus datos.
Tener en cuenta: Ser precavido a la hora de aceptar las cookies de un sitio web por el que se desee navegar.
La Oficina de Seguridad del Internauta (OSI) brinda una serie de recomendaciones a la hora de utilizar dispositivos móviles. Te mostramos 5 de las más importantes:
La huella digital nos acompañará toda la vida por eso, el primer paso es comprender la magnitud de lo que ello implica. Los centros formativos, los gobiernos y las familias son los encargados de promover la concientización y el uso responsable de Internet.
Siguiendo recomendaciones de UNICEF se debe tener en cuenta que nuestra identidad digital se asemeja a nuestra carta de presentación. Es decir, es el primer contacto que tienen personas que no conocemos.
A su vez, saber que borrar determinada información es complejo, por lo que cada vez que se publique o suba un contenido es preciso una previa evaluación. Aquí un aspecto a considerar es el debate sobre espacios públicos y privados.
Finalmente el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Argentina brinda una serie de 5 recomendaciones para gestionar la huella digital.
Estas son:
La huella digital no debe ser algo que asusta, si se opta por una mirada positiva se pueden sacar grandes ventajas. Construir una buena imagen o reputación también es posible si se toman decisiones acertadas.
Una parte importante es mantener un comportamiento ético en línea, lo que significa ser respetuoso con los demás usuarios y contactos.
A su vez, se puede crear un perfil determinado que muestre interés por un tema. Por ejemplo, si la temática es el cuidado del medio ambiente, la participación en foros o blog puede generar redes de contacto y también mostrar la pasión que se tiene por el asunto en cuestión.
Pensar en los deseos del futuro, si sé desea seguir una profesión hacerse preguntas cómo ¿qué pensarán de mí si vieran mi perfil? Lo que resulta alentador si se buscan oportunidades o crear una reputación desde temprana edad.
Finalmente, la huella digital es un tema que invita a la reflexión y al debate. No hay que dudar en pedir a familiares o amigos no publicar contenido de otros sin consentimiento. Todos deben ser responsables con la información que circula en la web.
Ser un ciudadano digital implica conocer nuestros derechos y obligaciones en el espacio digital. Se trata de un concepto en permanente construcción e implica las actitudes y actividades que se practican en línea.
UNICEF define el concepto como un conjunto de competencias que habilita a los ciudadanos a “acceder, recuperar, comprender, evaluar y utilizar, para crear” . Pero a su vez, a compartir esta información y contenidos de forma crítica, ética y eficaz con el objetivo de comprometerse en actividades personales, profesionales y sociales.
Los tiempos actuales obligaron a repensar el concepto de ciudadanía, al ser la web un espacio en donde se realizan muchas de nuestras acciones cotidianas. Aunque en principio existía una fuerte distinción entre lo virtual y lo real, hoy en día la vida está atravesada por las TIC.
De aquí que se aún se estén desarrollando y debatiendo cuestiones intrínsecas a la red. Aunque no esté todo dicho hay algo que queda claro: hay que convivir en la red y el mejor modo es el respeto, la tolerancia y ética.
Esta es la principal razón de una educación que contemple competencias y habilidades digitales. Los perfiles de los nuevos sujetos deben poder ser conscientes de los grandes beneficios de Internet, como sus desventajas y riesgos.
Interiorizar conceptos como huella digital es la antesala de una responsabilidad mayor como ciudadanos. Ocurre muchas veces que detrás de la web se ocultan actitudes dañinas, o se consienten actitudes perjudiciales al considerar Internet como un espacio sin reglas.
Comprender en su totalidad la ciudadanía digital es reconocer que nuestras acciones online hablan de nosotros. Nuestros valores se ven reflejados en lo real y en lo virtual, y todo ello refleja un tipo de convivencia social y digital.
La huella digital es un tema relevante para el usuario porque afecta de manera directa su privacidad y seguridad. Es, como se dijo con anterioridad, el registro de nuestras actividades en la web.
Cuidarla es priorizar la identidad que se forja en el mundo digital. Para ello se debe reflexionar sobre los espacios públicos y privados, sobre la empatía con los demás y finalmente nuestros datos personales.
Contribuir a prácticas más saludables en la red es vital para garantizar su uso correcto, respetuoso maximizando las dinámicas y ventajas que ofrece sin perjuicio de los demás. El primer paso es conocer nuestro vínculo con Internet y la identidad que allí forjamos.
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